jueves, 21 de noviembre de 2013

LA HABITACIÓN DEL PÁNICO


Sensaciones abrumadoras: tristeza, enfado, rabia, y sobre todo incompresión e impotencia. Decides meterte en tu cuarto. No sabes el por qué de cómo tu vida se ha desmoronado tanto. Ni siquiera te importa porque sólo sientes emociones negativas. Tus pensamientos son los dardos que se disparan hacia la diana de la infravaloración. Y dan en el centro. Esto nadie lo sabe. Solo tú. No sabes cómo explicarlo, y si lo haces, la comunicación no son palabras. Solo son lágrimas. Decides aislarte porque consideras que los demás nunca entenderán lo que ocurre por tu mente. En este estado, hasta las palabras y frases con la mejor intención y el máximo apoyo, pueden desencadenar enfados sin sentido (no se habla, no se quiere relacionar con los demás, no come con los demás miembros de la familia…) que solo potencian la situación de aislamiento. En estos momentos, la cama se convierte en tu mejor amigo. La adoras, ya que junto a los ansiolíticos y demás adicciones te llevan al sueño más profundo. Difícil pero ocurre así. No se alarmen, todo esto puede cambiar.

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