EL RÍO DE MI VIDA

Queda lejos. Cualquier historia que viví dentro del lugar que utilicé para construirme que ya lejos. Quedan muy cerca en mi día a día todo lo que aprendí, lo que me ayuda a superar obstáculos en mi día a día. Lo que debe quedarnos claro a cualquier ser humano es que somos nosotros mismos lo que decidimos cuanto de lejos o de cerca están esas historias, el uso que les damos, para que las conservamos en nuestra memoria y el por qué las rescatamos a lo largo de nuestros días. Yo elijo quedarme con el resultado de mis errores, con la dureza que implica reconocer con mi más sincera humildad que no soy perfecta. Que me equivoco. Ya poco me importa lo que otros, personas que convivieron en ese lugar de estudio instrospectivo, puedan pensar de mí. Si no soy empática, si soy egoísta, fría o poco emotiva. No vivo con ellos, vivo conmigo misma y con la gente que me quiere, que está en mi vida sufriendo sus penas propias y las mías. Las relaciones se crecen con el tiempo y por ello hay que tener en cuenta que muchas veces no se obtienen frutos. Asimilarlo me ha llevado un tiempo. Pero estoy encantada de haberme equivocado. De saber que mi integridad, salud y calidad de vida están por encima de lo que un grupo de personas puedan pensar sobre mi negativa antes sus peticiones de ayuda. Sin más: no tengo ganas de discutir, de vivir de los momentos que acontecieron en seis meses de mi vida sirviendo esto como excusa para no construir el camino que día a día me lleva al futuro más próximo. Los seis meses, quedan muy lejos y a la vez muy cerca, ya que quizás cometeré muchos más errores y sin lugar a dudas, seguiré aprendiendo de mis equivocaciones. Pero con lo que me rodea ahora, no con la añoranza de la protección que me ofrecía aquel escenario.