lunes, 20 de enero de 2014

¿TODOS DIFERENTES Y TODOS UNIDOS?


En la entrada anterior, podemos detectar muchos puntos analizados: las diferentes reacciones que los pacientes tenemos ante un mismo tratamiento, las relaciones que se establecen dentro de un grupo terapeútico que convive en una Unidad para Trastornos de Personalidad, las consecuencias que conlleva decidir establecer estas relaciones, la confusión e inmadurez que tenemos a la hora de pedir ayuda… Sobre el primer punto: según lo vivido tanto dentro como fuera de la Unidad, todos reaccionamos de forma diferente ante determinados estímulos. Simplemente por qué quizás nuestra experiencia y/o biología son diferentes, y esto deriva a la gran variedad de tipos de trastornos de personalidad con los que los expertos de la psique humana se guían en su diagnóstico. Del mismo modo: todos tenemos una resistencia distinta al dolor, la ansiedad, el estrés, la tensión… Mezcla en mi opinión, tanto de factores biológicos como de aprendizaje experiencial. Inevitablemente debo hacer mención con respecto al recuerdo que me ha dejado observar comportamientos (incluyendo el mío) durante 6 meses dentro de una Unidad para Trastornos de Personalidad. Existe una gran diferencia en cada paciente entre el ello, el yo y el superyó. Quizás, la ausencia de superyó (instancia “moral”), esté ausente en muchas de nuestras conductas y queremos satisfacer el ello (pulsiones/instintos) de forma inmediata: quiero atención ya, quiero expresar mi enfado de cualquier forma… Para mí, no existe un “buen nivel” o “equilibrio” del yo (el que intenta satisfacer el ello teniendo en cuenta el superyó) Esto son solo teorías y desde mi punto de vista, no existe una exacta para describir a la perfección la mente humana. Pero observar este desequilibrio y/o inmadurez emocional en otros, me ha hecho ser más consciente de mis limitaciones o reacciones. Me alegro de haber establecido relaciones “sentimentales” y de “amistad” con otros pacientes, ya que sino no habría llegado a comprender la poca eficacia y el gran error de las mismas. Podrían existir otras opciones a la hora de equivocarse que no sean tan extremas como cortarnos o realizar una ingesta de pastillas o dañar a otro paciente pidiéndole que nos ayude, pero nosotros decidimos. Cada uno desarrollará un tipo de superyó que quizás le otorgue algo más de empatía. Pero amigos: cambiar los hábitos es muy difícil. Sobre todo cuando estos nos han servido para obtener de un modo inmediato, nuestros deseos. Creo que el cambio de estos hábitos no lleva seis meses, sino muchos más. Y por último: debemos y queremos querer ser conscientes de que existen más cosas que nuestras necesidades y deseos y que seguramente, sean tan importantes como las de nuestros compañeros. Que como tú todo el mundo sufre, quiere y pide. Todo depende de lo quieras y cómo lo quieras. Y SOBRE TODO: ¿QUÉ QUIERES?

1 comentario:

Lola.. dijo...

Es difícil saber lo que uno quiere, pero creo que con el paso de los años al menos uno puede ir sabiendo lo que no quiere y eso ya es un gran paso. Sí, es difícil muy costoso cambiar hábitos pero no imposible, sobre todo como dices si queremos y debemos ser conscientes para saber que cambiar. Uno tiene que cambiar por y para él, cambiar por alguien creo que a la larga no funciona, los demás te pueden ayudar a ver cosas puntos ciegos que tu no ves, pero el cambio viene de dentro, de uno mismo.